Hace aproximadamente 12 años tuve por
primera vez entre mis manos el libro “Aprenda Optimismo” de Martin E. P.
Seligman, padre de la psicología positiva, en aquel tiempo leí el libro como
uno más de tantos. En los últimos días lo he releído y quiero compartir con
vosotros algunas de las conclusiones que he extraído de él. Hay que tener en
cuenta que fue escrito en el año 1990 cuando la gran mayoría de los psicólogos
se dedicaban al tratamiento de las enfermedades mentales y muy pocos hablaban
de emociones positivas. Y no fue hasta 1998 cuando se inició formalmente lo que
llamamos psicología positiva durante la conferencia inaugural de la Asociación
Americana de Psicología por parte del Dr. Seligman.
En el libro, Seligman, habla del modelo
ABC que desarrolló Richard Ellis y que corresponde a las siglas en inglés de:
Adversity, Beliefs y Consequences. Lo que en castellano sería: Adversidad,
Creencias y consecuencias.
Para ver cómo funciona el ABC en
nuestra vida diaria, Seligman, aconseja llevar un registro diario durante un
tiempo, atendiendo al diálogo interno que se produce en nuestra mente. Se trata
de establecer la relación entre una determinada adversidad y un sentimiento.
En este registro diario iremos anotando
primero la adversidad que nos ocurra (puede tratarse de algo sin demasiado
importancia: un reproche de nuestra pareja, una falta de atención por parte de
un ser querido…) hay que anotar simplemente lo que ocurre, sin juzgarlo. A
continuación anotaremos la creencia, o sea la interpretación que hacemos sobre
la realidad. Y, por último, la consecuencia, aquí prestaremos mucha atención a
nuestro sentimiento, anotando lo que sentiste y lo que hiciste en ese momento.
Ejemplos:
Adversidad: tu
mejor amigo no responde a tus llamadas telefónicas.
Creencia: piensas
que no quiere saber nada de ti.
Consecuencia: te
pasas deprimido el resto de la tarde.
Adversidad: Tu
mejor amiga no responde a tus llamadas.
Creencia: piensas
que se ha dejado el móvil en algún sitio.
Consecuencia: no
te sientes mal, pasas el día como si nada.
Después de realizar varios registros
hay que leerlos detenidamente y encontrar el vínculo entre lo que has creído y
las consecuencias.
De esta forma comprobamos que las
explicaciones pesimistas provocan pasividad y desaliento, en tanto que las
explicaciones optimistas confieren ánimo.
El paso siguiente sería modificar las
creencias negativas que siguen a una adversidad, para cambiar nuestra reacción
frente a la misma.
Seligman habla de dos modos para
cambiar las creencias pesimistas: la distracción y la discusión. La primera se
trata de pensar en otra cosa cuando
aparece la creencia pesimista. La segunda
es discutirlas. Las creencias que se discuten a conciencia tienen menos
probabilidades de volver cuando una situación semejante se presenta.
Distracción: para interrumpir los
pensamientos negativos, Seligman, nos propone algunas sencillas técnicas:
cuando estamos teniendo el pensamiento en cuestión, dar una palmada fuerte y
decir BASTA YA, esto hace que desaparezca la imagen negativa y podamos pensar
en algo nuevo; también habla de hacer sonar una campana o de llevar en el
bolsillo una tarjeta con la palabra STOP y mirarla cuando aparece el
pensamiento; pero la “técnica” que para Seligman es la más efectiva es la
siguiente: se trata de llevar una goma elástica en la muñeca, tirar de ella y,
al soltarla, sentimos un ligero dolor que termina con la rumiación negativa.
Esto hace que inmediatamente estemos en disposición de tener un cambio de
atención hacia otra cosa.
Discusión: tras discutir contigo mismo
las creencias que siguen a la adversidad, pasas de la desesperación a la
esperanza y tus decisiones pueden pasar del deseo a abandonar a la voluntad de
seguir adelante. La discusión consiste en verificar la exactitud de nuestras
creencias y nos hace tomar distancia con respecto a nuestra explicación
pesimista.
Para Seligman, el principal instrumento
para modificar una interpretación acerca de la adversidad es la discusión, ya
que discutiendo tus propias creencias
puedes hacerles frente a las creencias negativas y no permitir que influyan en
tu vida.
Para poner en tela de juicio tus
propias creencias es importante buscar todas las causas que hayan podido
contribuir. Puedes dirigir tu atención a lo modificable (no entrené suficiente
para este partido y estaba cansado), lo específico (he acusado el cansancio en
exceso) y lo impersonal (el otro equipo era mejor). Por ello, según Seligman,
es conveniente generar creencias alternativas, insistiendo en las posibilidades
de cuya veracidad no estás plenamente convencido.
Esto es, entre
otras cosas, parte de lo que concluye Seligman en “Aprenda optimismo”, a mi me
ha servido la técnica de discutir con mis creencias para desechar las que no me
son válidas y mantener las que me pueden ayudar. Espero que esto os pueda
aportar algo positivo. Y me pregunto:
¿Qué hacéis
cuando, en vuestro diálogo interno, tenéis un pensamiento negativo? ¿Habéis
discutido alguna vez con vuestras creencias?.
Hola
ResponderEliminarmuy Bueno tu resumen me aclaro el tema.
Ya que en un test que tome sali pesimista...........