Emprender no es una tarea fácil. No es
una tarea en la que te definas echándole horas y nada más. Se trata de algo
mucho más complejo. Para ser emprendedor hay que serlo con los cinco sentidos.
Hay que serlo con la mirada: buscando la
oportunidad, siendo consciente de lo que ves, estando atento. Todo lo que mires lo tienes que ver con la
mirada del emprendedor. Imagina que ya tienes tu empresa, ya estás dedicándote
a lo que más te gusta, ¿Cómo te sientes?, desde ahí es desde dónde tienes que
mirar todo lo que te rodea. En la calle, en el trabajo, con los amigos, en
cualquier lugar en el que te encuentres, tu mirada ha de ser emprendedora,
viendo todas las alternativas posibles para poder elegir la más conveniente
para tu empresa.
Hay que serlo con el oído: sabiendo
escuchar, dejando hablar al otro con la intención de comprenderlo. Con una
escucha activa en la que prestemos atención a lo que nos dicen para poder
responder con la mejor de nuestras respuestas. Sabiendo que el otro se siente
escuchado, entendido y comprendido.
También sabiendo escuchar a tu propio
cuerpo, siendo consciente de lo que te dice tu cuerpo, escuchando las
sensaciones de cansancio, armonía, dolor, bienestar… Escucha y acepta esas
sensaciones tal como son, sin rechazarlas.
Hay que serlo con el tacto: coge con tus
manos un objeto relacionado con tu trabajo, con tu empresa, con tu pasión. Nota
como ese objeto está a tu servicio, cierra los ojos y siente cómo ese objeto te
va a ser útil en tu cometido. Puede ser un bolígrafo, el teclado del ordenador,
una agenda, o cualquier otro objeto que sirva para que puedas desarrollar tu
trabajo. Agradécele a ese objeto lo que está haciendo por ti. Es el transmisor
que facilita tu tarea. Siéntelo.
Hay que serlo con el olfato: entra en tu
lugar de trabajo y percibe todos los olores que puedas distinguir. Nota cómo
esos olores corresponden a cosas que tu conoces y hasta entonces no habías
percibido su aroma. Intenta buscar a qué corresponde cada olor. Siente las
distintas fragancias que se mezclan en tu empresa. Vive esos olores como algo
que te va a hacer ser mejor. Embriágate con los aromas de cada objeto que te
ayuda en tu trabajo.
Hay que serlo con el gusto: degusta la
sensación de plenitud que te queda cuando consigues superar un reto. Ese sabor
a victoria, a meta conseguida a superación. Percibe también el sabor agridulce
que te queda cuando no has conseguido un objetivo. Aprende a transformar ese
sabor en el dulzor del aprendizaje, después del esfuerzo no hay derrotas sino
aprendizajes que harán que te superes cada día.
Si eres capaz de conseguir vivir tu etapa
de emprendimiento con los cinco sentidos, tendrás mucho camino recorrido. Un emprendedor tiene que sentirse
emprendedor, tiene que respirar y notar a través de todos los poros de su piel
ese aire nuevo y fresco que llega cuando estás viviendo de lo que más te gusta
hacer. VIVIENDO TU PASIÓN.
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