Cada vez
escuchamos más mensajes que nos dicen que debemos tener más confianza en
nosotros mismos. Nos dicen que la confianza en nosotros mismos nos ayudará a
superarnos. Que para conseguir éxito hay que tener confianza y autoestima.
Cómo puedo
tener confianza en mi mismo si a lo largo de mi vida he crecido en un ambiente
en el que la búsqueda de aprobación ha sido el baluarte principal de mi
educación.
Generalmente,
nuestro ambiente cultural y el tipo de educación establecido nos condiciona
para confiar má s en los demás que en nosotros mismos.
Cuando eres
niño debes pedir permiso a tus padres para todo lo que quieres hacer, no te
planteas nada por ti mismo, y si lo haces, te sueltan una reprimenda y coartan tu
pensamiento independiente. Tienes que preguntarlo todo: dónde puedes jugar, qué
ropa te puedes poner, con qué amigos puedes ir… porque si no lo haces te
reprobarán. De esta manera en la mayoría de las familias se fomenta la dependencia y la necesidad de
aprobación.
Muchos
padres sobreprotegen a sus hijos y lo único que les enseñan es a no confiar en
ellos mismos y por consiguiente a no adquirir comportamientos independientes para su
desarrollo en la vida.
Algunos
padres piensan que es importante que sus hijos aprendan buena conducta y
portándose bien podrán conseguir más cosas. La buena conducta que hay que tener
es ganar la aprobación de los padres y de la gente en general.
Cuando vas
al colegio entras a formar parte de una institución diseñada para inculcar a
los niños el comportamiento adecuado para lograr la aprobación de los demás. En
el colegio debes pedir permiso para todo, no puedes pensar por ti mismo, para
eso están los profesores. Te enseñan a ser obediente y si no se encargan
mediante el informe de notas de comunicar a tus padres el grado de aprobación
que has obtenido. Los alumnos seguros de si mismos, independientes, que dicen lo que piensan, son considerados
como problemáticos.
Cuando llegas
a secundaria y tienes que elegir asignaturas
optativas, ya no sabes pensar por ti mismo y, preguntas a tus padres, a tus
profesores, a tus amigos, necesitas que alguien te diga qué debes hacer. Tras
12 años inculcándote la búsqueda de aprobación pretenden que ahora decidas por
ti mismo.
Al llegar a
la universidad habiendo elegido la carrera que les gusta a tus padres, o la que
te han dicho tus profesores que es la mejor, o la que más salida tiene. Si te
vas a pasar al menos cuatro años estudiando, quién sabe cuál tendrá más salida
entonces.
En la
universidad ya no controlan tu asistencia (con lo cual no vas), te dicen lo que
debes estudiar y la fecha del examen, con lo que piensas que estudiando una
semanita antes es suficiente, y te pegas el batacazo. De repente, te das cuenta
de que no te gusta lo que estás estudiando, hablas con tus amigos y no todos lo
tienen claro, llegas a casa y les dices a tus padres que vas a cambiar de
carrera y te dicen, ¿Estás seguro? (pues, no), piénsalo bien. Y tú, cada vez
tienes más dudas, así es que terminas el curso y te das cuenta de que no has
hecho nada. Sigues sin saber qué quieres.
Piensa por un momento en qué
pasaría si te comportases sintiéndote realizado, siendo directo y franco en tus
afirmaciones, teniendo opiniones independientes, sabiendo establecer límites,
no dejándote avasallar, protegiéndote con elegancia, pidiendo explicaciones por
todo lo que te molesta, diciendo siempre la verdad, dando informaciones
constructivas, siendo puntual, no dando consejos a menos que te los pidan,
respetando a los demás, siendo honesto en tus declaraciones y no siendo
susceptible.
Si te comportas así no buscas la
aprobación de los demás y lo irónico es que así consigues una mayor aprobación
sin necesidad de buscarla.
Deja de buscar la aprobación y
vive tu vida día a día, pensando en ti y transmitiendo una imagen positiva de
ti mismo. Considera que la desaprobación es consecuencia del egoísmo de
algunos.
Estas ideas están recogidas en un
capítulo del libro “Tus zonas erróneas” de Wayne Dyer. Fueron escritas en 1978
y aún hoy en día siguen estando vigentes en la mayoría de los casos. Si te
consideras una persona valiosa no te sentirás mal si alguien te niega su
aprobación.
Y,
recuerda, tu no has nacido para complacer a nadie.
Como dijo Fritz Perls:
Yo soy yo, tú eres tú.
Yo no estoy en este mundo para
cumplir tus expectativas.
Tú no estás en este mundo para cumplir
las mías.
Tú eres tú, yo soy yo.
Si en algún momento nos
encontramos, será maravilloso.
Sino, no puede remediarse.
Falto de amor a mí mismo, cuando
en el intento de complacerte, me traiciono.
Falto de amor a ti, cuando
intento que seas como yo quiero, en vez de aceptarte como realmente eres.
Tú eres tú y yo soy yo.